Con el reclamo citado todo hacía indicar el lleno como así ocurrió para que sobre las once de la noche la banda saliera a escena al ritmo de "Cuando los sueños se van" seguida de "Palabras para Julia" y "Maldita sea mi suerte". Ya no había vuelta atrás y la conexión entre los aficionados y los de Ourense era perfecta coreando cada canción junto a un Yosi... que vamos a decir de él, un Yosi espectacular, "cascado" si se me permite la palabra y roto de voz, pero único y dejándose la piel por el rock hasta sus límites.
El, siempre comunicativo, vocalista presentaba las canciones siguientes a los aficionados mientras la banda descargaba sus riffs entre un sonido enmarañado pero que no corto el ánimo de los asistentes.
Mención especial también para Alberto Cereijo, una labor a las seis cuerdas inmemorable que fue de lo mejor de la noche junto a la ya de por sí connotaciones de un conciertos de Los Suaves merece.
Clásicos como "Malas noticias", "Pardao", "Mi casa" iban poniendo la banda sonora de la noche que se sobrepasaba su ecuador y punto culmen de la noche.
Una bandera gallega presidía la guitarra de Alberto durante el himno gallego que tocan junto a su imperecedero "El Afilador".
Si hay un tema con el que la sala se viene abajo cuando toca el quinteto es si lugar a dudas "Dolores se llamaba Lola", su riff inicial no necesita presentación y bastan los primeros compases para desatar la locura entre el público y para que aparecieran cientos de móviles con las manos en alto para inmortalizar el momento.
"San Francisco Express", "No puedo dejar el rock" y "Ya nos vamos" entre otras canciones fueron el punto final del evento que termino con "La noche se muere"... pero el rock no. El rock de Los Suaves no muere, se hace eterno y deja años de historia para el rock nacional.
Texto y Fotos: Raúl Sújar Pozo
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