La banda finlandesa ya había pisado nuestros escenarios en los últimos años (la última vez, en el RockFest de Santa Coloma) dejando siempre buen sabor de boca en la audiencia.
Salieron al escenario los seis miembros que actualmente conforman la banda, entre ellos el teclista con el instrumento colgado cual guitarra, imagen en principio poco habitual dentro del heavy, y la cantante Noora Louhimo, una fuerza de la naturaleza que no tardó en demostrar su potencial a las cuerdas vocales. Buen sonido desde el comienzo (rara vez hay mal sonido en esta sala) y potencia a raudales, con esa voz femenina, que diríase un cruce entre la de Halford y Udo Dirkschneider, llevando las riendas de la actuación.
“Out on the streets” de su álbum “Battle beast” hizo alzar todos los puños de la sala y que todo el mundo coreara el nombre del grupo ya desde el primer tema, evidenciando el poder de convocatoria que está teniendo esta banda en la presente gira, por momentos rivalizando con los cabezas de cartel. “Touch in the night” fue el primer tema que tocaron de su reciente último trabajo “Unholy savior”. Con “Fight, kill, Die” dieron toda una lección de heavy cercano al thrash, ese que en los 80 empezaron a cultivar los ya referenciados Accept en temas como “Fast as a shark” o, aun más claramente, Judas Priest con su “Ram it down”.
A destacar la finura en la guitarra solista del recientemente incorporado Joona Björkroth, a buen seguro que con él sobre las tablas el grupo gana enteros, y la labor de un teclista eficaz desde la discreción, dotando de atmósfera a los temas sin recabar nunca demasiado protagonismo, exceptuando quizás el parón que hizo la banda dejándole sólo en lo que parecía iba a ser el típico solo instrumental, que se vio transformado en el momento humorístico de la noche cuando el bajista Eero Sipilä le hizo beberse del trago su cerveza, mientras a las teclas tocaba la famosa marcha imperial de la saga “Star Wars”. “Out of control” puso punto final a la actuación, anunciando la vocalista al final de esta su presencia, de nuevo, en el RockFest de este verano, provocando la alegría del público que los despidió encantadísimos con su actuación.

Se alza el telón y todo está preparado, sobria y efectiva decoración enmarcada entre dos atriles con sendos teclados, los cuales irá usando indistintamente el gran Falk Maria Schlegel según se encuentre merodeando por un lado o por otro del escenario. Él mismo fue el primero en aparecer en escena, encarándose al público e incitándole al griterío, prácticamente adoptando el rol de reverendo del mal que iba a guiar toda la ceremonia. Las luces en contrapicado ayudan a reforzar la imagen maligna del conjunto, especialmente la de los hermanos Greywolf, que irían intercambiando sus posiciones en los extremos de la escena sin quitárseles ni por un segundo la expresión diabólica de las caras. Y aparece en escena el frontman Attila Dorn, orondo y misterioso. Después veremos que también simpático. Muy simpático.

El teclista-Reverendo Falk Maria estaba imparable espoleando al público cuando acometieron “Sanctified with dynamite”, “Kreuzfeuer”, y “All we need is blood”, con las que cerraron un concierto muy efectivo que dejó muy satisfecho a la audiencia que había llenado la Sala. Además se despidieron anunciando que este Verano vuelven a España. ¿Se puede pedir más?
Texto: Javier Gómez
Fotos: Lucas Korneyá
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