Jorn Lande era el elegido para jugar con el morbo: el resto del cartel lo componían Iron Savior, Alquimia, Stained Blood y Ron De Kaña.
Con todo el festín preparado sobre la mesa, me embarquéen un viaje en bus con mis amigos. Lo primero, y desgraciadamente, a comentares que el festival no gozó de la convocatoria de otros años. Llegaría un nutrido público a partir de Alquimia, pero no sería comparable a lo vivido en pasadas ediciones. Mucha gente se quedaría sin apreciar alguna mejora para la ocasión y del gran aroma que había del único puesto de comida.
Una ola de calor vendría con la llegada de Stained Blood. Su nombre dentro del panorama del death metal no para de crecer y cada vez están más presentes, ya sea en festivales como el Ripollet Rock o el Move Your Fucking Brain o abriendo a titanes de su género como The Black Dahlia Murder. Justificaron sobre el escenario la magnitud del crecimiento; el recital de growls por parte de su cantante Rou hizo temblar los cimientos de los edificios cercanos al parque. Una banda que no dudará en demoler los pilares de una sala con sus potentes riffs de guitarra, la calidad está presente.
Un nutrido número de personas empezó a llegar para la siguiente actuación: Alquimia. Alberto Rionda y Israel Ramos han logrado formar un dúo compenetrado en un estado de forma y gracia envidiable. Se han sabido rodear por unos compañeros perfectos y el resultado ha hecho de Alquimia una de las bandas más queridas del panorama. El sonido deficitario del principio fue mejorando con el paso de las canciones. “Xana” de los desaparecidos Avalanch o “Dama Oscura”, de su disco homónimo, funcionan a la perfección; si a ello le unes “Sol Negro” de su próximo trabajo,con su toque épico, o la legendaria “Torquemada” da como resultado un concierto de matrícula de honor.
Mientras los fans de Alquimia abandonaban los puestos cercanos al escenario, un buen grupo de recién llegados se posicionaba para ver a la banda de Piet Sielck. Iron Savior salieron a inyectarnos una buena dosis de heavy metal alemán. Siguiendo la escuela de Helloween y Gamma Ray, los alemanes nos regalaron un concierto veloz y dinámico, donde temas como su himno “Heavy Metal Never Dies” o una cover de Judas Priest “Breaking The Law”, brillaron con luz propia. La energía no decayó y la conexión entre banday público fue perfecta. Gran concierto de los alemanes que preparó el terreno para Jorn.
El noruego era el plato fuerte de la noche. Muchos no recordábamos la última vez que nos visitó y por ello la expectación era máxima. Agolpados por la gravedad que rodeaba al escenario, tras 15 minutos de retraso salió Jorn al ritmo de “Carry The Black” para continuar con “Legend Man”. El vocalista de Noruega demostró una potencia vocal perfecta, recordando desde el primer minuto porque es uno de los cantantes más admirados por el respetable.
No está solo, los músicos que le acompañan están a la altura y lo demostraron con virtuosos solos de guitarra o cualquier reto que les pusieran. Los fans de lo más clásicos casi saturan el servicio de urgencias cardiacas al escuchar el cover de “Rainbow In The Dark” del legendario Dio; desgraciadamente ese momento sería el preludio del final a manos de “War Of The World”.
La magistral actuación de Jorn, dominando a las hordas del Ripollet Rock a su antojo con su prodigiosa voz, cerró una noche para el recuerdo.
No hubo la afluencia de otros años, pero los que fuimos sentimos de nuevo la magia que nos da cada año el Ripollet para acabar el verano. Sea reuniéndonos con viejos conocidos o rodeados de un buen heavy metal para todos los gustos, el verano marcó un punto y final que siempre se espera cada año.
Crónica: Alex Hidalgo
Fotografía: Fran Méndez
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